Más munición, más producción de armamento, mayor inversión y coordinación en capacidades de defensa. Europa se pone en pie de guerra. Los Estados miembros de la UE incrementan su gasto en el sector y el club comunitario, que se fundó hace décadas como un proyecto dirigido a mantener la paz entre sus socios sin una dimensión militar, metamorfosea ahora hacia un modelo con un fuerte foco en Defensa para protegerse de amenazas externas en tiempos convulsos. La senda de esa metamorfosis llega marcada por la guerra de Rusia contra Ucrania, que ha iniciado su tercer año con las tropas de Kiev en dificultades por la falta de munición y la parálisis de la ayuda de Estados Unidos, con un Kremlin más resiliente de lo previsto; por una China cada vez más asertiva; y también por la creciente inquietud ante la posibilidad de perder el paraguas de seguridad del aliado americano si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca o si Washington centra sus esfuerzos en otro de sus focos de atención: el gigante asiático. El viejo continente ha despertado ante su fragilidad y falta de medios si llegara otra contienda.
Seguir leyendo