Quiso llegar al trono del PP por aclamación. Rechazó la primera vez, en dos mil dieciocho, porque no veía claro que el partido se alinease en bloque tras él, y solo aceptó desamparar su reinado gallego cuando barones y líderes le rogaron prácticamente al unísono que se hiciera cargo del PP tras la defenestración de Pablo Casado. En abril de 2022, Alberto Núñez Feijóo fue upado líder de los populares en un congreso con el noventa y ocho por cien de los votos. Tenía mucho camino andado para llegar a La Moncloa: un partido como un ejército y una coalición de Gobierno progresista gastadas por 4 años de disputas internas y pactos con los independentistas catalanes. Las encuestas, y sobre todo las de su consultor Narciso Michavila, presidente de GAD3, le afirmaban que tenía asegurada la mayoría absoluta con Vox el 23-J. El sociólogo aún auguraba la mágica cifra de ciento cincuenta escaños para el PP cuando ya habían cerrado los institutos electorales. Todo iba bien para Feijóo, mas algo falló. Y el monarca gallego acostumbrado a la mayor parte absoluta se dio de bruces con otra realidad: había ganado las elecciones, mas no tenía mayoría para regir.
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