Ganar el gordito de la lotería de Navidad supone embolsarse cuatrocientos euros antes de impuestos. Esa bendición no sirve para un retiro dorado -la mayoría los quiere para tapar agujeros como hipotecas- pero administrarlo de la manera idónea permite estirarlo al máximo. Si es la pretensión, hay que moverlo sí o sí: tener el dinero apartado en una cuenta o debajo del colchón hace que la inflación se vaya comiendo la suma.
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