Lamborghini, conocido por sus coches deportivos extremadamente caros y exclusivos, es común que sea vista como una marca símbolo de lujo en discursos que critican la concentración de riqueza en manos de unos pocos.
De hecho, Pedro Sánchez utilizó hace unos días esta referencia para ilustrar la crítica a las políticas fiscales de la Comunidad de Madrid, argumentando que favorecen a los más ricos y permiten esa paradoja de que, quienes tienen poder adquisitivo para comprar coches de lujo, como los Lamborghinis, se beneficien de reducciones fiscales.
El Chivato ha podido escuchar comentarios que se cruzan estos días dirigentes del PSOE sobre esta intervención del jefe del Ejecutivo. No ha dejado indiferente a la mayoría. Pero una de las reacciones que más ha sorprendido ha sido la del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
El barón más anti-sanchista coincide con el líder del PSOE en que prefiere el transporte público, el autobús, al Lamborghini. Sánchez reclamó la semana pasada “más transporte público y menos Lamborghini” para justificar una nueva subida de impuestos “a quienes tienen dinero en el banco para vivir cien vidas”.
Sánchez y Page discrepan abiertamente sobre el pacto alcanzado por el PSC con ERC para conceder un concierto económico a Cataluña. En cambio, coinciden plenamente en su apuesta por el transporte público.
Ahora bien, García-Page, en estas conversaciones privadas con otros líderes socialistas, puntualiza a Pedro Sánchez. Está de acuerdo en que se utilice a Lamborghini para promover el uso del transporte público entre la población, pero en ningún caso comparte que se haga para atacar a los ricos simplemente “por tener dinero y poder comprárselo”.