Acaba prácticamente de aterrizar en España el presidente de Colombia, Gustavo Petro (Ciénaga de Oro, Córdoba, 63 años), cuando recibe el martes a EL PAÍS en la Embajada de su país en Madrid. Afuera, en los jardines, suena música, huele a barbacoa y llega el bullicio de una feria de emprendimiento que han organizado para colombianos y españoles al aire libre con motivo de la visita del mandatario. Ha pasado por allí a saludar entre aplausos y selfis antes de sentarse a responder por sus nueve meses en el poder. Es poco tiempo para un programa muy ambicioso de reformas en un país que votó por el cambio sin darle mayoría absoluta. Aunque, como dirá después, las principales reformas ya están presentadas y está tropezando con tantas dificultades para aprobarlas que acaba de hacer una profunda crisis de gobierno porque, según asegura, necesita un Ejecutivo más homogéneo que trabaje por el cambio. Petro confiesa abiertamente que está siendo más difícil de lo que pensaba.
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