El observatorio de aves, solitario y bajo un sol implacable, mira cara una llanura transformada en un secarral de tono parduzco este martes. Ni una gota de agua. Es el tablazo mayor, la laguna más extensa de las que conforman el humedal del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel (Urbe Real) y corazón del espacio protegido. Una señal inequívoca para los lugareños de que el resto está seco. Apenas quedan ciento quince hectáreas anegadas de forma artificial ―con los pozos de urgencia y un pequeño envío del trasvase Tajo-Segura―, un siete por ciento de las 1.750 hectáreas del sistema de tablas fluviales manchego, que en primavera deberían convertirse en una sorprendente llanura repleta de agua en plena Mácula. Los datos dan la medida del desastre ambiental que encara este humedal prácticamente único en Europa y punto clave en el movimiento de aves migratorias.
Seguir leyendo
Fotografía
Samuel Sánchez
Infografía
Nacho Catalán
Edición Gráfica
Gabriel Bravo