El nuevo president es un hombre de partido, poco dado a estridencias, ni en el Parlament ni tampoco en las redes, un político que se define de izquierdas pero que es bien visto por los sectores empresariales
Salvador Illa es investido president de la Generalitat y abre una nueva etapa en Catalunya
Salvador Illa (La Roca del Vallés, 1966) es un hombre paciente. “Paso a paso” respondía las últimas semanas cuando se le preguntaba por las negociaciones con ERC. Estuvo siempre convencido de que habría acuerdo y ordenó a los suyos calma y discreción para no poner nerviosos a los republicanos ni dar munición a los adversarios que anhelaban el fracaso de la operación.
Si la Filosofía se ocupa de la lógica y la religión de la espiritualidad, Illa puede preciarse de haber encontrado el equilibrio entre ambas puesto que es filósofo de formación, con especial devoción por Platón, y a la vez reza cada mañana un Padrenuestro. Exquisito en las formas y poco dado a sonreír, es de los dirigentes que se precia de interpretar la política como sinónimo de servicio público y de resolución de problemas. Por eso uno de los eslóganes que escogió para su campaña fue el de “unir y servir”.
A los 21 años entró como concejal de su pueblo, La Roca del Vallès, y acabó siendo el alcalde durante una década. No es de los que profesionalmente haya estado solo en política pero es a lo que ha dedicado gran parte de su…