En pleno diálogo de alto el fuego en Gaza con más cosas que nunca en juego y el secretario de EE UU, Antony Blinken, rumbo a Tel Aviv, el ejército israelí ha matado este sábado a 10 personas, todas civiles sirios, en una fábrica de cemento en el sur de Líbano, según los servicios sanitarios. Es uno de sus bombardeos aéreos más letales en la guerra de baja intensidad que mantiene con Hezbolá, por lo general a decenas de kilómetros de la frontera en ambos lados y en paralelo a la invasión de Gaza, que no vive un día de respiro. En apenas 48 horas, Israel ha reducido la denominada “zona humanitaria” al 11% del territorio, ha matado a 15 miembros de la misma familia (nueve de ellos niños) en un almacén que albergaba civiles y ha ordenado nuevos desplazamientos, convertidos ya casi en rutina semanal. La polio, además, ha reaparecido, por primera vez en 25 años, por las terribles condiciones humanitarias provocadas.
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