La operación de Hamas del 7 de octubre, en la que asesinó a 1.200 inocentes ciudadanos israelíes fue un crimen execrable que merece la más enérgica de las condenas. Y, por supuesto, que sus responsables acaben ante un tribunal para ser juzgados. Valga esta imprescindible introducción para añadir que bombardear el convoy de una oenegé que se dedica a llevar comida a una población hambrienta es un acto igual de execrable.
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