El incremento de agresiones sexuales entre jóvenes, ciertas de ellas en manada, semeja tener una relación directa con el consumo de pornografía por parte de los adolescentes. Los menores cada vez empieza ya antes a ver porno -la escuela en la que muchos se forman sexualmente- y terminan reproduciendo esas prácticas en la vida real. Llegan ya antes y sin buscarlo. Es lo que apunta Lluís Ballester (S. de Compostela, mil novecientos sesenta), doctor en sociología y profesor de la Universitat de les Illes Baleares (UIB). Ballester, experto en el impacto del porno en jóvenes y miembro del conjunto de investigación que ha elaborado un estudio sobre el acceso, consumo y consecuencias de la pornografía, avisa que un veinticinco por cien de los adolescentes consumen porno violento y que la iniciación de la sexualidad a partir de su visionado deseduca en aspectos tan esenciales como el uso del preservativo, el respeto al otro o el placer compartido. Señala que tenemos el reto de ofrecer a los jóvenes una sexualidad que no sea tóxica.
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