El paro y la elevada temporalidad conforman un ancla que a lo largo de los años ha impedido al mercado de trabajo de España navegar en sintonía con la corriente europea. La última reforma laboral nació con un doble objetivo: acabar con una cultura de contratación basada en la eventualidad e instaurada en la mayoría de los campos y abandonar la sombra estadística en la comparación con los países del entorno. Nueve meses después de su despliegue completo —aunque entró en vigor a fines de 2021, no fue hasta marzo del actual año cuando se implementó el nuevo esquema de contratación—, el renovado marco legislativo comienza a recoger algunos frutos. La tasa de temporalidad se ha rebajado en 4 puntos en los 3 primeros trimestres de 2022 (del 24,2 por cien al veinte con dos por cien ), y la diferencia con la media europea en el segundo trimestre del año está en 8 puntos (22,4 por ciento y 14,4 por ciento , respectivamente), la más corta de la serie histórica.
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