La banca vuelve a ser un ámbito bajo sospecha. La caída de dos entidades regionales en U.S.A. propinó la semana pasada un primer golpe a las instituciones financieras de todo el mundo. Los mensajes más tranquilizadores repetían entonces que se trataba de un caso en especial flagrante de mala gestión, y que no había peligro de contagio. Ahora, las réplicas vienen del corazón de Europa, del maltrecho Credit Suisse. Su primer accionista, el banco saudita SNB, ha dicho que no aportará más capital en el caso de que lo necesite.
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