Este verano en el hemisferio norte ha puesto a los países desarrollados frente la realidad de la emergencia climática y sus consecuencias. El calor alarmante en los océanos, las temperaturas asfixiantes en el campo, en las playas y en las ciudades, los incendios y el deshielo ya están teniendo un profundo impacto en la agricultura, la energía o el turismo, y amenazan con destruir 1 de cada 10 de euros de la economía mundial a largo plazo.
El cambio climático se ha convertido ya, de hecho, en uno de los mayores desafíos para la economía, si no el más importante, tanto a nivel global como local.
Algunos episodios recientes son verdaderas señales de alarma. Por ejemplo, la distópica imagen de los últimos días de cientos y cientos de navajas y almejas muertas en la playa de A Canteira de A Illa Arousa, en Pontevedra. Una masacre que ha sido el resultado de la combinación de las mayores temperaturas y de forzar las campañas del marisco en el verano para atender a un turismo masificado.
Y deberían servir también de advertencia los precios disparados del aceite…