Los pactos entre el PP y Vox firmados en territorios como la Comunidad Valenciana y en ayuntamientos como el de Elche (Alicante) adelantan una cascada de acuerdos poselectorales al veintiocho-M entre la capacitación de Alberto Núñez Feijóo y el partido de extrema derecha liderado por Santiago Abascal por los que las dos fuerzas políticas gobernarán de manera conjunta. Hasta el momento, el banco de pruebas de la convivencia de los populares con el partido ultra había sido Castilla y León, donde Alfonso Fernández Mañueco cedió la vicepresidencia a Juan García-Gallardo hace un año y medio. Esta alianza de gobierno regional ha protagonizado polémicas usuales que no han llegado a cristalizar en leyes específicas, como sucedió con el protocolo antiabortista que no llegó a aplicarse. Sí han sido incesantes los enfrentamientos con los sindicatos por la parte del partido de Gallardo, quien llegó a jurar una ley de violencia “intrafamiliar” que no ha llegado a ponerse en funcionamiento y cuyo partido acordó con los populares substituir el decreto de Memoria Histórica por uno de “concordia” bajo la idea de que la Guerra Civil fue una lucha entre bandos y la deslegitimación del Gobierno de la Segunda República.
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