Imagine que le paran por la calle y le piden que participe en una encuesta. Van a ser varias preguntas y luego le van a hacer un breve test de inteligencia. Admita. Una de las preguntas iniciales es esta: “Imagínese que su coche se estropea y la reparación cuesta ciento cincuenta euros. Puede pagarlo al contado, solicitar un crédito o irse sin repararlo. ¿Qué haría” Tras ciertas preguntas más, le hacen un test de inteligencia llamado test de Raven. ¿Cree que sus contestaciones a este test se verían perjudicadas por la pregunta sobre la reparación del coche? ¿Y si la reparación hubiese costado mil quinientos euros? Esto es lo que se propusieron Anandi Mani, Sendhil Mullainathan y coautores en un experimento realizado en New Suéter, cuyos resultados publicaron en la revista Science. Los autores descubrieron que, el hecho de que la reparación costara 150 euros o mil quinientos euros no afectaba al desempeño en el test de inteligencia para la mayoría de las personas. No obstante, para las personas que tenían bajos niveles de ingresos, el haberse enfrentado al escenario hipotético de una reparación de 1.500 euros les hacía realizar el test mucho peor. Probablemente la descripción de la reparación les recordase sus propias dificultades económicas y que esto les generase una preocupación que limitó sus capacidades cognitivas.
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