Inés tiene 29 años, acaba de conseguir un trabajo indefinido y vive de alquiler porque no gana lo suficiente para comprarse un piso, la misma razón por la cual no tiene hijos ni los espera. En unos años, sin embargo, su patrimonio se multiplicará porque heredará de sus padres una vivienda en propiedad y un colchón de ahorro importante. Lo mismo les pasará a muchos de sus coetáneos en las próximas décadas, cuando se producirá la mayor transferencia de recursos de la historia entre generaciones: la herencia que los baby boomers dejarán a sus descendientes. A falta de datos oficiales, las estimaciones apuntan a un traspaso billonario que podría triplicar el PIB actual de España.
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