La invasión rusa de Ucrania, con el trágico sufrimiento producido a los civiles de ese país y las graves repercusiones internacionales, ha copado la atención política y mediática global durante dos mil veintidos. En el cono de sombra proyectado por esa guerra con peculiaridades inauditas en décadas, sin embargo, decenas de millones de personas prosiguen viviendo —en muchísimos casos, subsistiendo en condiciones terribles—pendientes del devenir de otros conflictos que no implican de lleno a una potencia nuclear, pero cuyo impacto es del mismo modo brutal.
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