El pasado año, los inversores se encararon a unas bolsas en colorado permanente. Crisis de diverso tipo, inflación en niveles no vistos en décadas y crecimiento económico inferior a lo previsto lastraron a todos y cada uno de los grandes índices mundiales. En la mayoría de los casos, dos mil veintidos fue el peor año bursátil desde la crisis financiera de 2008. Así ocurrió en el caso del S&P quinientos, que se dejó un diecinueve con cuarenta y cuatro por ciento el pasado ejercicio. Para los que miran a la Historia en pos de signos de qué nos puede deparar el futuro hay una buena nueva y una mala: o dos mil veintitres acaba en positivo o dos mil veinticuatro va a ser pésimo.
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