El canciller alemán, Olaf Scholz, imaginaba a las puertas de la pasada primavera que su país tenía por delante un futuro refulgente. Pese a que el pasado invierno fue en especial duro debido a la incertidumbre generada por el corte del grifo del gas natural ruso del que se había hecho muy dependiente Alemania. El Gobierno alemán llegó a poner doscientos milllones de euros para salvar la economía nacional frente a las subidas de los precios energéticos que ha sufrido Alemania como consecuencia de la necesidad de adquirir gas más caro de otros distribuidores.
Pasadas las dificultades del invierno, sin embargo, a Scholz se le escuchaba en marzo afirmar que Alemania tenía ante sí un proceso de prosperidad como el de los años 50 y 60 del pasado siglo. Por el desarrollo económico registrado en aquellos años, en los que hubo una cota de desempleo en mínimos, aquel tiempo fue el del “milagro económico alemán”.
“Merced a las elevadas inversiones en medidas para la protección del clima, Alemania va a poder lograr durante un tiempo tasas de desarrollo como las de los años cincuenta y 60”, decía el canciller…