España ocupa un sitio de privilegio en las clasificaciones sobre inflación. Conforme los datos de Eurostat, es el país comunitario donde los costes crecieron menos en el mes de noviembre y en el último mes del año. La mejora ha llegado gracias a que la electricidad y los carburantes se están encareciendo a un ritmo mucho menor al que lo hacían en verano, cuando el IPC tocó su techo. Mas mientras esa evolución supone un importante alivio para ámbitos como el transporte o el turismo —los camioneros repostan por menos dinero, y un país más asequible es más atractivo para los visitantes, que se animan a consumir más—, desde la industria se quejan de que prosiguen perdiendo competitividad frente a sus contrincantes europeos porque estos están recibiendo ayudas muy superiores.
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