Contenida la escalada del combustible y la electricidad, los comestibles se han erigido en el bastión inflacionista más complicado de asaltar. Este viernes, los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística reflejan una muy ligera moderación de sus precios: en marzo se encarecieron un dieciseis con cinco por cien con respecto al mismo mes del año pasado, apenas una décima menos frente al 16,6 por cien de subida en febrero, su máximo. La cantidad rompe una racha negativa de dos meses, y abre la puerta a que los aumentos hayan tocado techo, mas la continuidad de los avances de doble dígito exhiben las dificultades para devolver a tasas más normales la evolución de lo que pagan los ciudadanos por la cesta de compra, un gasto clave que cuando aumenta golpea singularmente a las familias con recursos más limitados, puesto que representa un porcentaje mayor de su presupuesto.
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