La campaña electoral ha acabado en lo que los viejos cronistas futbolísticos definirían como “un partido con dos partes bien diferenciadas”. En la primera, el PP parecía propulsado cara un triunfo imparable tras el frente a frente retransmitido por televisión en el que su líder, Alberto Núñez Feijóo, consiguió sacar de sus casillas a Pedro Sánchez. En la segunda, los populares han encadenado tropiezos hasta terminar elevando a las nubes la moral de los socialistas, que habían pasado múltiples días noqueados por el gatillazo de su líder en la batalla televisiva. La otra fuerza de la izquierda, Sumar, que asimismo parecía titubeante al comienzo de la campaña, recibió una inyección de alegría tras los elogios al desempeño de su aspirante, Yolanda Díaz, en el discute a tres del pasado miércoles. Y así, entre pitos y flautas, la campaña concluyó este viernes en un tiempo impensable hace una semana, con la izquierda incitando el sueño de la remontada ante una derecha a la que la inmensa mayoría de la opinión pública —sobre un sesenta por ciento , conforme las últimas encuestas conocidas— daba ya por ganadora.
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