Un intenso fragancia a pólvora penetró en el patio del Congreso al final del último pleno del año. Los miembros del Congreso de los Diputados salían corriendo para volver a casa por Navidad, a la primera hora de la tarde de este jueves, y se preguntaban extrañados qué estaba sucediendo. Con lo turbulenta que se ha vuelto la vida parlamentaria, cualquiera sabía. Mas no había motivo para la alarma. Alguien había soltado unos petardos en la plaza de las Cortes, donde un centenar de miembros de los colectivos de transexuales festejaban eufóricos la aprobación de su nueva ley arropados por toda la bóveda del Ministerio de Igualdad. La manoseada ley trans, esa de la que algún momento se llegó a temer que pusiera bajo riesgo el Gobierno de coalición, había salido adelante y además de esto con una mayoría rotunda: 188 votos a favor y solo ciento cincuenta en contra. Hasta la disidencia de una diputada socialista, la exvicepresidenta Carmen Pelado, que se abstuvo contra las directrices de su conjunto, quedaba en anécdota.
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