Con la crisis energética todavía al acecho y los costes salvajes en la retina, cuesta aún imaginar algo distinto de lo sucedido en los últimos tiempos, en los que la luz ha sido poco menos que un bien de lujo. No obstante, el cambio que está propiciando la entrada en masa de renovables al sistema es cada días un poco más tangible. La electricidad barata —a coste de derribo, aun, los fines de semana y festivos— se está transformando en la nueva norma en las horas centrales del día, cuando los paneles solares y los aerogeneradores unen sus fuerzas. Esta semana, España ha ido un paso más allí en su carrera cara un modelo 100 por ciento renovable: el martes, entre las diez de la mañana y las 7 de la tarde, la trilogía verde (sol, viento, agua) generó más energía de la necesaria para cubrir la demanda nacional. Un hito al alcance de muy pocos países grandes (casi cincuenta millones de habitantes), con permiso de Australia. El futuro ya está acá, y la Península está en una situación privilegiada para encararlo.
Seguir leyendo