En 2021, una investigación elaborado por un laboratorio estadounidense analizó de qué manera respondían los pulpos a una inyección de ácido acético en el brazo. Los animales, dando la impresión de estar angustiados, vigilaban y cuidaban la zona perjudicada, se rascaban la piel con el pico, sentían inquina cara la cámara en la que habían experimentado los efectos de la lesión y llegaron a preferir un emplazamiento donde se les aplicase un anestésico local.
Los expertos, con esta y otras más investigaciones, lo tienen mínimamente claro: “Cuando vemos un comportamiento así, podemos concluir que el animal siente dolor”, apunta a Canarias Ahora Jonathan Birch, profesor asociado del Departamento de Filosofía, Lógica y Procedimiento Científico de la London School of Economics and Political Science.
Este académico, especializado en la evolución del comportamiento social, la sintiencia animal y la relación entre sensibilidad y bienestar lideró junto a otros colegas científicos la revisión de más de trescientos estudios para dilucidar si finalmente hay pruebas sólidas de que los moluscos cefalópodos, como los pulpos, padecen aflicción ante estímulos externos.
Las conclusiones del trabajo llevaron al Gobierno del R. Unido a reconocer a estas especies como “seres sintientes” en la Ley de Bienestar Animal de dos mil veintidos y sentar un precedente en la consideración de la capacidad de sentir de los invertebrados. Ahora, Birch y muchos otros entendidos en la materia cuestionan la pretensión de la empresa española Nueva Pescanova de crear la primera granja de pulpos del mundo en Canarias.
“La cría de pulpos es una idea discutida por el hecho de que en estado salvaje son animales solitarios, agresivos y muy inteligentes. Tienen la piel muy blanda, se lesionan con sencillez y no es sencillo sacrificarlos de forma humanitaria….