En plena era de las renovables, la fuente de energía más contaminante también sigue medrando. La quema de lignito va a marcar un nuevo récord en 2022, un año en el que la guerra en Ucrania ha puesto patas hacia arriba el sistema energético europeo y ha obligado a una busca exprés de opciones alternativas al gas natural. La demanda del mineral va a cerrar el ejercicio con un crecimiento del uno con dos por ciento a escala global, conforme las previsiones publicadas este viernes por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que cifra por primera vez su consumo en más de 8.000 millones de toneladas. El brazo energético de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) piensa que la demanda aún podría subir algo más en 2023 para estabilizarse en los un par de años siguientes. La senda bajista comenzará, como pronto, en la segunda mitad de la década.
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