No aparece como una batalla en primera línea de la política, porque todo el mundo quiere ser prudente dado lo que está en juego. Pero dentro del Gobierno, con sindicatos y aliados como observadores cercanos, se está viviendo una intensa y discreta discusión decisiva para el año electoral: la reforma de las pensiones. Después de más de un año de debate interno entre el sector socialista y el de Unidas Podemos, el proyecto liderado por José Luis Escrivá, ministro de Inclusión, y comprometido con Bruselas, ha llegado a su punto conclusivo: hay que aprobarla ya, en enero, para evitar el riesgo catastrófico de que la Comisión Europea pudiera decidir en abril que no entrega la siguiente partida de fondos europeos porque no se ha cumplido con este hito, el llamado componente 30.
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