La reforma de reglas fiscales ha enfilado la última curva en S. de Compostela. Prácticamente todo el trabajo técnico está hecho: ha llegado el instante de que los ministros se fajen. La pretensión de España es “poner una primera propuesta de acuerdo en la mesa en octubre y así tener listas las reglas a fin de año”, según ha concretado la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. En ese boceto, ya debería comenzarse a ver de qué forma se disuelven las diferencias entre los países que apuestan por objetivos comunes para todos, independientemente de su posición fiscal de partida, y los que apuestan por una flexibilización suficiente como para adaptarse a las circunstancias individuales.
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