Acuerdo. Después de 12 reuniones de ministros de Energía en los últimos meses. Y quince meses después de que el Gobierno español pidiera, por carta, un tope al precio del gas. Acuerdo con Alemania, pero a regañadientes, pues nunca vio con buenos ojos un mecanismo que, según Berlín, expone el suministro, algo que asimismo ha trasladado Países Bajos. Y Alemania, como tiene dinero, está presta a pagar más caro que los demás. Al final, Países Bajos se ha abstenido junto con Austria; Hungría ha votado en contra –siempre temerosa de desairar al Kremlin– y el resto, incluido Alemania, han votado a favor.
El caso es que este lunes, una semana tras el penúltimo intento de los ministros de Energía en Bruselas, y tras haber pasado el asunto por los jefes de Estado y de Gobierno el pasado jueves, la mayoría de los países de la Unión Europea tenían un acuerdo estable, en el tope de 180 euros MW/h durante tres días hábiles en los que el precio en el TTF holandés esté, además, 35 euros por encima del coste internacional del gas natural licuefactado.
Pero las dudas de Berlín han hecho retrasar el acuerdo, por el hecho de que el resto de países preferían el sí de Alemania a tener que llevarlo a una votación que Berlín tenía perdida. Al final, después de múltiples consultas al canciller alemán, el ministro de Energía, Robert Habeck, dio su visto bueno definitivo y no hizo falta derrotar a Alemania en una votación, algo que absolutamente nadie quería en la sala.
La asamblea de este lunes se genera después de que España y los países que defienden el máximo al gas se plantasen en el Consejo de Energía del…