Carles Puigdemont sonrió el último día de la semana por la noche en su Casa de la República en Waterloo. Proseguía sonriendo ayer, viéndose en las portadas de la prensa como puerta de la gobernabilidad en España mientras la fiscalía urgía su detención. El expresident no exhibirá públicamente la llave como hizo Josep Lluis Carod-Rovira en 2004 para abrir la puerta del tripartito, pero ha dejado la ventana abierta con la reivindicación de la amnistía y el referéndum vinculante en el alféizar esperando a Pedro Sánchez.
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