La lapidación de un renombrado si este es viejo resulta siempre y en todo momento un proceso de desmoronamiento organizado. Proceso complejo, ya que el viejo se resiste a fallecer, pero, al mismo tiempo, simple: se le dilapida por viejo ya sea cómico, escritor o atleta. Si además se trata de escritor de derechas, el pliego de acusación es pura rutina. Si el viejo ha sido promiscuo, el proceso de demolición se aversión. Pero no son necesarios saltos de cama para una buena lapidación porque la condena es por viejo. Por el hecho de que lo viejo es feo. Lo viejo no habría de estar ya acá, publicando, hablando y amando. Lo viejo sobra y punto.
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