Martes 18 de abril. 9 de la mañana. Hotel Ritz de la capital de España. Cerca de 200 invitados recogen sus acreditaciones. Hay consejeros delegados del Ibex, banqueros, abogados y directivos de gestoras de fondos. Tras apurar el café, entran en uno de los grandes salones del rehabilitado establecimiento de mucho lujo. BlackRock festeja su asamblea anual con inversores. Todos quieren percibir a Larry Fink, la estrella de la jornada. ¿Por qué? Porque es la persona más poderosa de la Bolsa. La gestora que encabeza y fundó hace 35 años administra nueve con nueve billones de dólares estadounidenses (8,26 billones de euros). Si BlackRock fuera un país, sería la tercera economía del planeta, tras USA y China. Los poderosos susurran a su oído. El exbanquero y escritor William D. Cohan lo ha comparado con el mago de Oz: “Es el hombre tras la cortina”.
Seguir leyendo
“El trabajo a distancia no funciona”
Larry Fink fue tajante durante la intervención en el Ritz de esta semana: lo que diferencia a las buenas de las malas compañías es su cultura empresarial. “Seamos claros, la covid dañó la cultura en las compañías. Todo el planeta lo sabe”. En este sentido, el presidente de BlackRock culpa en buena medida al trabajo a distancia. “El trabajo a distancia no funciona. Es una de las razones por las que tenemos más inflación: la productividad se ha hundido”, subrayó.
Durante su coloquio con Aitor Jauregui —actual responsable de BlackRock para Latinoamérica tras ser ascendido desde su puesto de jefe de la gestora en España—, Fink recordó que la cultura empresarial no es algo teórico. “Tiene que observarse en el comportamiento diario de todos y cada uno de los empleados”. En este sentido, el fundador de la mayor firma de inversión del planeta contó una anécdota: “En una ocasión visité una empresa. Tenía un edificio hermoso. Y en el vestíbulo, grabados en mármol, estaban sus principios. Empecé a leerlos, y conforme lo hacía vi que muchos eran mentira”.