A finales de la década de los noventa, se dieron los primeros casos de empresas con modelos de negocio vinculados a Internet que se agruparon bajo el nombre de puntocom. El potencial que ofrecía esa nueva tecnología era más real que nunca y absolutamente nadie quería quedarse fuera del tren. Tal fue así, que la fiebre por Internet produjo un bum de nacimientos de estas puntocom que prácticamente se plagiaban los modelos de negocio entre sí. Con actividades hasta entonces disruptivas e innovadoras, el valor de estas compañías que iban brotando era incalculable y este entorno propició la especulación y un imparable desarrollo de exactamente las mismas. Fue en el año 2000 cuando la burbuja que se había estado produciendo explotó y la quiebra fue el común denominador en la mayor parte de firmas que se habían producido durante estos años.
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