La unión hace la fuerza. Y de ello hay una muestra reciente: la colaboración entre universidades y empresas que en esta pandemia dejó el desarrollo en tiempo récord de una vacuna contra la covid-19. La crisis sanitaria probó la capacidad de reacción y comunicación entre compañías y centros de investigación, cuyos lazos se iban entrelazando con un mismo fin: salvar millones de vidas. No va a ser la última vez que se vea un ejercicio de esta clase. En la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de nuevas soluciones energéticas nuevamente vuelven a confluir las ideas y el ingenio de ambos lados. Por el hecho de que si algo ha quedado claro en estos tres últimos años, es que la investigación y las últimas innovaciones no solo están en manos de los centros de educación, sino más bien también en las empresas privadas.
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