La recomposición del orden económico internacional que se cuaja a golpe de los impulsos de Washington y Pekín ha concedido una carta de naturaleza de valor incalculable a los países del llamado Movimiento No Alineado. Cuando se pone en jaque, el Sur asimismo existe.
El tradicional, superpoblado y heterodoxo G-setenta y siete está de vuelta y presto a asumir más control que el que demostró en los años setenta, cuando las escaladas de los tipos de interés, el desempleo galopante, el estancamiento económico y las caídas salariales por el descenso de la demanda en los flujos comerciales desencadenaron en sus territorios desestabilizaciones políticas y colapsos de liquidez en sus arcas estatales.
También sufrieron en los ochenta, cuando el brusco abaratamiento de las materias primas y el receso de sus exportaciones por el proteccionismo arancelario dañaron sus economías y engendraron en ellos crisis de deuda sin precedentes.
“Ahora, no obstante, tienen ante sí una oportunidad de gobernar en la mitad del caos” afirma Allison Fedirka, directiva de Análisis en Geopolitical Futures, por la “hipersensibilidad mundial cara cualquier género de vulnerabilidad” que se produzca en las cadenas de valor o por determinados peligros…