“Pacto de rentas” es uno de los conceptos más manidos en los últimos tiempos. Cuando la inflación comenzó a apuntar formas, el discute económico se volvió prácticamente monotemático: había que eludir una espiral costos-salarios-costes que pusiera las cosas aún más feas a largo plazo. Más de un año después, son las ventajas empresariales (y no los salarios) los que están espoleando la crecida inflacionaria en la eurozona. Una realidad singularmente visible ahora, cuando la energía y las materias primas han dejado de ser el principal ingrediente del explosivo coctel que trae de cabeza a hogares y autoridades económicas.
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