Fausto Canales apenas ha dormido esta noche. De madrugada vio en su bandeja de entrada el e mail de la Segregaría de Estado de Memoria Democrática que a él y al resto de familiares que buscan sacar a sus seres queridos del Valle de Cuelgamuros les comunicaban que este lunes era el día. Los forenses han entrado hoy por primera vez en las criptas tras los abundantes obstáculos que ha debido enfrentar el proceso. Ahora todo está listo para procurar sacar los restos de ciento veintiocho víctimas de la Guerra Civil y el franquismo. “Estamos ilusionados y esperanzados, pero somos realistas”, afirma Fausto, que a sus 89 años lleva más de dos décadas buscando a su padre.
Los trabajos han empezado este lunes por el nivel cero de la capilla del Santo Sepulcro, en una primera fase para buscar dieciocho cuerpos entre aquéllos que se halla el de Valerico Canales, el padre de Fausto. Está en la caja 198 junto a las otras seis víctimas de Pajares de Adaja (Ávila), ejecutados en la madrugada del veinte de agosto de 1936. “Somos realistas pues sabemos de la complejidad de la operación. Es la fosa más bastante difícil que se haya acometido en el mundo. Lo que se suma a que ha pasado bastante tiempo, la friolera de ochenta y siete años en el caso de mi padre. Se lo llevaron cuando tenía dos años y no lo volvimos a ver. Pero también confiamos en el equipo y el protocolo”, cuenta Fausto.
Si algo han probado las familias de Cuelgamuros –como lleva por nombre ahora el Val de los Caídos– es que la esperanza es perseverante. Y esa es la sensación que transmiten la mayoría que tienen hoy….