Ferraz y la Moncloa mantuvieron a lo largo de toda la jornada un singular mutismo sobre cuál sería el plan b caso de que el TC diera la razón al PP, como finalmente ocurrió. El mensaje oficial, y el que trasladó la portavoz del partido, Pilar Alegría, era simple: los socialistas no querían ni situarse en un escenario adverso, ni «imaginarlo». Las consecuencias por ese choque institucional, había avisado desde el viernes el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, serían «impredecibles«.
En todo caso, tanto la Moncloa como fuentes parlamentarias socialistas sí aseguraban que el presidente, Pedro Sánchez, no se quedaría quieto. No se podía quedar quieto, ya que tendría que actuar «en legítima defensa» para forzar la renovación del TC sí o sí. Buscando otro procedimiento, obviamente.
La alternativa más obvia, la que citaban este lunes, antes de conocerse la…