Hubo un tiempo, en la primera década del siglo, en el que los seguros de crédito a la exportación mezclaron en sus pólizas las coberturas de riesgo económico -básicamente impagos-, y político, aquellas que incidían en amenazas como golpes de estado y, en menor medida, en cambios en la seguridad jurídica de los negocios o nacionalizaciones de empresas e industrias.
Entonces, las firmas compañías aseguradoras que operaban en el campo exterior estimaron que, desde una perspectiva mercantil y corporativa, ofrecer una póliza híbrida era una opción ideal también para sus clientes. En plena siesta geoestratégica de la artículo-Guerra Fría, con la globalización con viento en popa tras la adhesión de China en la OMC y sin altercados comerciales e inversores dignos de mencionarse, pese al intento de guerra de civilizaciones que emergió tras el 11-S.
El credit crunch de dos mil ocho fue, sin embargo, lo que devolvió la estrategia de los seguros de crédito a la exportación a su concepción original. El sunami financiero potenció nuevamente las pólizas de cariz económico ante las restricciones de los préstamos, la crisis de la deuda global y la compleja…
