El móvil de Bohdana Dmytruk empezaba a sonar de manera estridente cuando, a más de 3.000 kilómetros de distancia, las sirenas de Leópolis advertían a la población de la posibilidad de un ataque aéreo el año pasado. Desde la capital de España, ella, inquieta, llamaba a su marido: “¿Estás en el refugio?”. Él, calmado, le respondía que lo veía innecesario y seguiría en el sofá. La ucraniana, quien se había refugiado en España con sus hijos poco después del comienzo de la invasión rusa, comprendió que estaría más tranquila en Ucrania. Prefería estar cerca de la guerra que la ansiedad de la distancia. Meses después, en un amplio salón de una vivienda en Sokilnyky (región de Leópolis), Bohdana, su marido y sus hijos desayunan juntos una mañana de domingo. Un pequeño cánido corretea entre los niños mientras la mujer describe las ganas que tenía de volver a casa. Salió de Ucrania el nueve de marzo, empujada por la inseguridad ligada a los primeros días de guerra y la insistencia de su marido. Un par de meses después, tras revisar que la situación se sostenía tranquila en su pueblo, decidieron volver a casa. Las cantidades de refugiados ucranianos que, tras obtener la protección temporal, han decidido retornar a Ucrania es dudosa. Desde el principio de la invasión rusa, casi 170.000 ucranianos han obtenido el permiso en España, según el cómputo presentado este miércoles por el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Estas cifras, no obstante, no aclaran el número de asilados que aún permanece en suelo español, debido a la complejidad de cuantificar los datos de quienes deciden regresar a casa y quienes optan por desplazarse a otro país de la Unión Europea. Tras el estallido de la batalla, ochenta y dos personas ucranianas se han censado en algún ayuntamiento de España, conforme el Instituto Nacional de Estadística….