También las familias infelices se semejan entre ellas cuando de riñas internas se trata, en contra del famoso comienzo de la Ana Karenina de Tolstói, y a absolutamente nadie sorprendería oír a un padre lamentarse al ver a sus hijos discutir entre ellos: “No convirtáis en miserables mis últimos años” podría ser una oración escuchada perfectamente en cualquier cena navideña. Cuando quien lo afirma está a punto de ser rey, después de 70 años de impaciente espera, los que discuten son los dos hijos más retratados y perseguidos por los paparazi de medio planeta, y el instante elegido es el funeral del esposo de Isabel II, Felipe de Edimburgo, la anécdota adquiere otra dimensión. Las revelaciones contenidas en el libro autobiográfico del príncipe Enrique de Inglaterra, entre las que se encuentra ese instante padre-hijos tan premonitorio, amenazan con transformarse en el mayor quebradero de cabeza —si no en una crisis en toda regla— de la monarquía que Carlos III está obligado a conservar. Su propio annus horribilis, similar al mil novecientos noventa y dos que le tocó sufrir a la fallecida reina Isabel II. El libro se titula Spare, que vendría a representar “Heredero de Repuesto”, si bien el título de la versión de España es En la sombra.
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