Hablar de tecnológicas estos días es hablar de decenas de miles y miles de despidos. Las salidas en Microsoft, Amazon, Meta o Alphabet han ido acompañadas de excusas de altos directivos y asunción de culpas por haber diagnosticado equivocadamente los hábitos de consumo del nuevo planeta pospandémico: el bum del comercio on-line y el trabajo a distancia no ha tenido la continuidad que esperaban. Y las cuentas de resultados lo están apreciando. Mas mientras salen a la luz los recortes —algunos sorprendentes, como el adiós de veintisiete masajistas de Google—, hay una partida en la que nadie se permite ahorrar: el salto a la inteligencia artificial.
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