Los veteranos del lugar recordarán como, a principios de siglo, se popularizó entre los usuarios de telefonía móvil un código de llamadas perdidas que permitía comunicarse sin precisar gastarse un céntimo. El número de timbrazos, por ejemplo, se relacionada con un significado preestablecido entre los interlocutores. Esa picaresca triunfó hasta el momento en que las tarifas llanas de llamadas de voz acabaron con semejante maniobra.
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