Crucificados a prácticamente todos los efectos, mujeres azotadas, brujas que salen de las tinieblas… La Pascua acoge en algunos lugares del planeta celebraciones extraordinarias. En ocasiones, por la mixtura con costumbres paganas, que en torno al equinoccio de primavera siempre tenían algo que ver con la fecundidad. Otras, por querer llevar al extremo la penitencia. Y, en algunos casos, por el hecho de que esos días de redención despiertan un temor atávico: el del Maligno, el oponente del Bien.
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