El entorno en las presentaciones de los resultados anuales de los bancos a lo largo de las últimas dos semanas ha resultado algo peculiar. Donde otrora se sacaba pecho por los buenos números, ha reinado una modestia algo insólita para entidades que cotizan en Bolsa y requieren del asentimiento del mercado. Inusual, sobre todo, en un año de vino y rosas para los banqueros: beneficios récord el Santander y BBVA y muy buenos —aunque sin tocar techo— en CaixaBank; además de un reguero de dividendos para los accionistas que han superado el contenta dos mil siete.
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