La pandemia sumió a las ventas de turismos en una depresión de la que, 3 años después, aún no ha sabido salir. En dos mil veintidos las matriculaciones en España cerraron con una cantidad de ochocientos trece mil trescientos noventa y seis unidades, la peor de los últimos nueve años, agravada por un diciembre negro que ni el propio campo se aguardaba. Ese volumen supone una reducción del 5,4 por ciento en comparación con ejercicio anterior y de un 35,3 por ciento si se equipara con 2019, esto es, ya antes de la pandemia. Sin haberse recuperado aún de la crisis por la carencia de semiconductores, que lastra la producción de las fábricas de toda Europa, la automoción ha asumido las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania y ahora se encara a otro reto interno, el de la carencia de camiones para trasladar sus vehículos a los concesionarios, nueva señal de una cadena de producción rota. La falta de existencias hace que los clientes que se animan a comprar deban aguardar entre cuatro y 6 meses, cuando lo común antes del coronavirus era uno.
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