Los brasileños votaban el domingo en unas elecciones muy polarizadas que podrían determinar si el país devuelve a un izquierdista al mando de la cuarta democracia más grande del mundo o mantiene a la ultraderecha en el cargo durante otros cuatro años.
La carrera enfrenta al actual presidente Jair Bolsonaro con su némesis política, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Hay otros nueve candidatos, pero su apoyo palidece ante el de Bolsonaro y da Silva.
Los últimos sondeos de opinión otorgan a Lula una ventaja abrumadora: el último sondeo de Datafolha, publicado el sábado, reveló una ventaja de 50% a 36% para da Silva entre quienes tenían intención de votar. Se entrevistó a 12.800 personas, con un margen de error de dos puntos porcentuales.
Agatha de Carvalho, de 24 años, llegó al colegio electoral de su localidad, en el barrio obrero de Rocinha, en Río de Janeiro, poco antes de que abriera, con la esperanza de emitir su voto antes del trabajo, pero se encontró con que otras 100 personas ya hacían cola. Dijo que votaría por da Silva, y calificó a Bolsonaro de “horrible”.