Nacer con el apodo de banco malo no es un buen vaticinio. Los tipos de interés lo han cogido dos veces con el pie cambiado: la entidad bautizada como Sareb, que unió los activos deteriorados de las cajas de ahorros rescatadas con el fin de sanearlas, firmó un tipo fijo en dos mil trece, justo antes de que comenzasen a hundirse. El sobrecoste de esa resolución ha sido superior a los 3.500 millones de euros a lo largo de una década porque deshacer ese seguro implicaba compensar a la contraparte. Tras aguantar esa cobertura como una losa desde ese momento, en el primer semestre de 2022 la Sareb decidió mudarlo a un tipo variable, poco antes de que comenzaran las abruptas subidas del BCE que han llevado el euríbor hasta el 3,8 por cien . Con un endeudamiento que alcanza los 30.000 millones, el costo anual por intereses podría de forma fácil rondar los 1.000 millones de euros.
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