Un país, y asimismo una economía, precisan un sistema de finanzas. A lo largo de la gran burbuja que vivió la economía de España a principios de siglo, muchas entidades, singularmente cajas de ahorro, concedieron muy mal los créditos, y aceptaron riesgos excesivos. Para rescatar a los depositantes de las entidades, los españoles tuvimos que abonar decenas y decenas de miles de millones de euros de nuestros impuestos. No obstante, el coste más importante fue dejar sin liquidez múltiples años a muchas empresas. El BCE se confundió subiendo los tipos en tiempos de Trichet, mas lo peor fue que la liquidez no llegó por el hecho de que las tuberías, el sistema de finanzas, estaba roto.
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