La Puerta de Alcalá está reluciente tras su reciente restauración y cenar delante de ella se cotiza. “Hemos empezado la noche con 130 reservas”, afirma Antonio Sánchez, de 32 años y maître de Aarde, un local con decoración africana situado junto al icónico monumento madrileño. Es martes y el termómetro marca temperatura invernal, pero una de las terrazas cubiertas del negocio del Grupo Paraguas está a rebosar de comensales cuando el reloj marca las once de la noche. A Antonio todavía le quedan un par de horas largas, porque en este restaurante, abierto hace cinco años por los hosteleros Sandro Silva y Marta Seco, se trabaja más allá de la medianoche. Los fines de semana la cocina permanece abierta hasta la una de la madrugada y no se echa el cierre hasta las dos. Un horario que la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso reivindica como seña de la ciudad con “la mejor vida nocturna del mundo”.
El debate sobre si los horarios nocturnos de la hostelería –y del mercado laboral, en general– en España son…